Hay dos cosas que son muy difíciles de encontrar en España: empresas centenarias y empresas que sobrevivan a la cuarta generación familiar sin haber sufrido desgarradoras disputas sucesorias. Ferrer cumple ambas condiciones y añade otro detalle curioso: se dedica a vender pescado fresco y congelado desde Vic, cuna de la industria cárnica catalana situada a 70 kilómetros de la costa. Sus cifras son importantes: venden 26 millones de kilos de productos al año, facturan 147 millones de euros con un ebitda de cinco millones y tienen medio millar de empleados, a los que no dejan de elogiar: “Tenemos mucha suerte, hay personas que se han jubilado después de 40 años aquí”.
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