El detonante del caos fue el segundo gol del Atlético Nacional, que jugaba de local en el estadio Atanasio Girardot de Medellín en la noche del jueves. Hinchas del Junior de Barranquilla, frustrados y enfurecidos ante la inminente derrota, comenzaron a hostigar a los seguidores rivales que se encontraban cerca, muy cerca. Lograron apoderarse de una de las banderas, trapos, del equipo verdolaga, como un trofeo. La reacción fue implacable. Locales se abalanzaron sobre visitantes y las imágenes de violencia se multiplicaron. Los videos difundidos muestran a personas lanzadas desde los balcones de las tribunas, cuchilladas, patadas. Algunas víctimas quedaron con el torso desnudo, usurpados de sus camisetas del Junior. Hubo al menos 25 heridos y el árbitro suspendió el encuentro. Al día siguiente, las imágenes indignaron a Colombia, pero nadie se hizo cargo.
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