Claudia Sheinbaum se convertirá en la primera presidenta de México este 1 de octubre con la esperanza de muchos mexicanos colgada a su espalda: unos para que continúe lo más fielmente posible el trazo marcado por Andrés Manuel López Obrador; otros para que lo modifique. En realidad, los dos impulsos están latentes en los pocos planteamientos en firme que ha realizado hasta ahora en su etapa de candidata y luego de presidenta electa. En el estribillo “continuidad con cambio”, esgrimido a lo largo de su campaña, nadie tiene en claro cuál de las dos partes del binomio será determinante.
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