Estela Cuadrado, ingeniera agrícola de profesión y fundadora de Ártica, nunca tuvo espíritu de emprendedora, pero cuando la despidieron de su empresa tuvo que replantearse el futuro. Le gustaba la química, así que mientras estaba en el paro se entretenía elaborando jabones artesanales. “Los tradicionales me irritaban la piel, pero los míos no. Se los pasaba a mis amigas mezclados con otros comprados y preferían los que yo hacía”, comenta Cuadrado.
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