Si de pequeño veías la tarde del domingo como el momento más deprimente y angustioso de la semana, ahora como padre quizá la esperas con un cierto alivio. Porque eso implica que el fin de semana está a punto de acabar y que la rutina llega al rescate. Pero, ¿qué te ha pasado para que se produzca este cambio mental? Pues nada más y nada menos que la intensidad de la crianza actual. En concreto, esta absurda competición en la que nos metemos todos los progenitores para convertirnos en los mejores dinamizadores de nuestros críos. El objetivo es que no se aburran un solo momento, al tiempo que están estimulados culturalmente, hacen deporte para mantener un cierto ritmo de actividad saludable y cultivan una amplia vida social, porque se supone que los amigos son de lo mejor de la vida.
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