Por primera vez en dos semanas han trascendido detalles, algunos de ellos importantes, sobre el tipo de represalia que Israel planea sobre Irán tras su ataque del 1 de octubre con misiles balísticos. El primer ministro Benjamín Netanyahu ha comentado a su principal aliado, Estados Unidos —según ha adelantado el diario estadounidense The Washington Post—, que se centrará en objetivos militares, lo que significa que dejará fuera del ataque el programa nuclear y su poderoso sector petrolero. Dos líneas rojas para Washington que, si se cumple esta promesa, no se cruzarán, al menos a corto plazo, y que rebajan sustancialmente la convulsión en los mercados energéticos.
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