Las empresas rusas buscan trabajadores desesperadamente en un mercado laboral monopolizado por los inalcanzables sueldos que ofrecen el ejército y la industria bélica. Puede sonar fantástico, pero el histórico suelo de desempleo en Rusia, un 2,4% de la población activa en junio, el nivel más bajo desde la desaparición de la URSS en 1991, esconde un problema grave detrás. La economía se ha sobrecalentado y las compañías no logran cubrir sus plantillas incluso con salarios más altos —y una inflación desbordada—. Desesperadas, se abren poco a poco a una cultura empresarial que no había calado hasta ahora. Entre las opciones que barajan figuran los programas donde se paga un bonus a los empleados por recomendar a conocidos, un sistema muy implantado en la denostada Estados Unidos.
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