El sindicato británico UNITE, que agrupa más de un millón de miembros —en su mayoría pertenecientes al ala más a la izquierda del Partido Laborista― ha propinado un duro golpe a la imagen de unidad pretendida por el primer ministro británico, Keir Starmer. En las últimas horas del congreso que los laboristas han celebrado en Liverpool ha salido adelante una moción no vinculante de la central sindical que arremete contra los recortes en las ayudas sociales del nuevo Gobierno.
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