Aprender una lengua es cosa seria: ni es solo aprender su gramática ni tampoco tener únicamente un cierto dominio expresivo y comprensivo en el proceso de adquisición de la misma. De igual manera, que cualquier aula sea un espacio de interacciones lingüísticas (se dan cientos de intercambios comunicativos a la semana entre docentes y alumnado) no la convierte en un lugar permanente para experimentar ni para incluir modas pedagógicas con éxito poco contrastado.
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