En su segunda temporada, Perdidos emitió un capítulo titulado Vivir juntos, morir solos. En él la serie redundaba en uno de sus temas centrales: la idea de comunidad por contraposición a la soledad a la que parecían abocados algunos de sus personajes. Más allá de las fronteras de su narración, el éxito de Perdidos se debió a la comunidad de comunidades que se creó a su alrededor. No hay religión sin comunidad y Perdidos se convirtió en un culto laico formado por fieles devotos, exégetas, profetas e incluso críticos integrados. Vivíamos juntos y no veíamos la tele solos.
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