Si el cerebro humano constara de un botón para acercarse o alejarse del mundo y el tiempo, sería interesante apretarlo un momento, abstraerse, y pensar en Sinaloa. ¿Cómo se habrá visto desde arriba, a cámara rápida? En los últimos dos meses, el Estado norteño ha visto como su frágil paz social ha saltado por los aires, convertida ahora en un puñado de trapos, que criminales pisotean, arrastran y emplean para limpiarse la sangre. Toda Sinaloa, principalmente la capital, Culiacán, se pregunta estos días cuando parará la violencia, que ha dejado decenas de muertos y desaparecidos en apenas unas semanas. Pero no hay respuesta.
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