Holaluz nació hace 14 años para comercializar electricidad. Nada excepcional. En España, al menos sobre el papel de la CNMC, hay 382 empresas activas registradas para vender y comprar energía en el mercado liberalizado. Pelean para arañar clientes a las grandes distribuidoras. Pero Holaluz, que arrastra una situación complicada en los últimos años, ha destacado del pelotón desde sus inicios. Lo ha hecho por el fondo y por la forma de su negocio: energía 100% renovable; apuesta por el autoconsumo con paneles solares en los tejados; ofertas atractivas y contribución a un modelo de generación distribuida de energía que, al menos en teoría, se alinea con las directivas y reglamentos europeos para la eficiencia energética y la lucha contra el cambio climático. “Energía 100% verde para cambiar el mundo”, resumía la empresa, aupada desde 2019 a la Bolsa para empresas en crecimiento (BME Growth). Holaluz voló. Como Ícaro. Tan alto que casi quema sus alas.
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