La pizza es una buena muestra de que, tratados como merecen, los ingredientes más sencillos pueden convertirse en un manjar de reinas; un plato humilde, querido y a veces maltratado que en España se ha movido normalmente entre restaurantes italianos y establecimientos de comida rápida. Hace siete años, sin embargo, Hugo Rodríguez de Prada y Coke Blas identificaron un nicho aún poco explotado en el que conciliar la pizza artesanal napolitana y el modelo de distribución en cadena.
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