Tenía 22 años, un hijo y un carné de periodista que no impidió su muerte. La última vez que Jaime Boris Ayala Sulca fue visto con vida, antes de cruzar el portón del estadio municipal de Huanta, el ímpetu en sus ojos podía distinguirse a leguas. Durante la madrugada, unos hombres habían irrumpido en la casa de su madre para amenazarla con una pistola y, además, le habían fracturado el tabique a su hermano de unas cuantas patadas. Ayala Sulca tenía la sospecha de que habían sido policías y, como en la comisaría se habían negado a aceptar su denuncia, se dirigió a la base de la Marina, apostada en el estadio, a pedir explicaciones. Fue la mañana del 2 de agosto de 1984 en las alturas de Ayacucho. La ciudad estaba tomada por las Fuerzas Armadas en respuesta a la subversión. Han pasado cuarenta años y el corresponsal del diario La República y conductor de un programa en Radio Huanta 2000 todavía no aparece.
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